Bob, el Constructor

Bob, el Constructor

Premio Nobel de Literatura.

La Academia Sueca diría algo así: por su claridad de pensamiento, intensidad lírica y por la capacidad de pintar la vida de modo realista, y al mismo tiempo describir-pintar un mundo cambiante, confundido y esperanzado, se le otorga a Bob Dylan, el Nobel de Literatura.

Es una mera hipótesis, ustedes juzgarán. Pero, entre nos, el buen Bob no necesita premio alguno. Su obra lo trasciende, y nos habla, nos canta, jamás nos grita. Dylan recita en ese tempo musical, que va del recitado a la canción. Estilo personalísimo, que sólo pueden lograr quienes nos soplan verdades con sus palabras. Y cuando ésta, se hace canción, nos llega elevado a la enésima potencia.

Por eso, y por mucho más, la candidatura de Bob Dylan al Nobel de Literatura no es nueva. Lleva 20 años. El Zorzal afirma que no es “ná”

¿Qué lo habrá llevado a tamaña postulación? Veamos. Con su obra abrió/abre las molleras de millones. Nos hizo/hace suspirar. Nos dibuja sonrisas, nos hace ser eternos disconformes del deber ser, del statu quo. Abona el terreno para que con humor, ironía y desparpajo lleve más de dos décadas como candidato. Tiempo suficiente para que la viDylaniana de buenos frutos.

¿Desprestigiaría a la Academia, premiar a Dylan? Quizá los chochamus del Premio Príncipe Asturias hayan primereado en algo, porque en 2007, le otorgaron a Bob el premio de las Artes. En 2011 lo recibió un monje, poeta y músico, Leonard Cohen.

Entiendo aquí, un hecho central, que ratifica la necesidad en el mundo de recuperar otra mirada, de elevar la vara. Música y Letra son (justos y) necesarios. Dylan es un cultor ad aeternum de esta (elevada) misión.

No en vano inició en la década de los 80′ su Neverending Tour, ratificando su compromiso con la humanidad. Consciente acerca de la necesidad de expandir su dominio a otras lides, en 2004 publicó Bob Dylan. Letras. 1962, 2001. En 2007, llegó (a Dios gracias), la versión bilingüe. Este volumen concentra cuatro décadas de decir cosas de otro modo.

Gracias a Bob Dylan nuestro mundo se pobló de seres egregios que nos cantan verdades. Por estos lares, mi preferido es Miguel Cantilo. Otro ser que cultiva las letras con un esmero artesanal y lleva más de cuatro décadas con la música, el canto y los libros.

También Charly García tomó de Dylan, no el estilo, pero sí la capacidad de decirnos cosas inteligente y solapadamente.

Gracias a los chicos del Premio Príncipe de Asturias por reconocer en la obra de Dylan un Arte. Y a los suecos, por animarse a premiar esta vid, que sigue dando frutos.

Algunas veces, el Premio Nobel, sirve para que asomemos nuestras hundidas cabezas atiborradas de realidades disruptivas, hacia cuestiones trascendentes. Por eso, dirigimos nuestra mirada hacia otros campos, y divisamos poetas disfrazados de músicos, que en lunfardo conocemos como musi-puetas. Seres egregios, que llevan alivio a la humanidad. A Dios gracias.

Lo sabemos, la respuesta, está en el viento…

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