Bergoglio: ese mal olor que perfumó el alma

Bergoglio: ese mal olor que perfumó el alma

Hace unos días, durante la audiencia en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco quiso relatar una pequeña historia que tiene el sabor del Evangelio vivido.

Hace unos días, durante la audiencia en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco quiso relatar una pequeña historia que tiene el sabor del Evangelio vivido.

“Hace unos días –contó Bergoglio– aconteció una pequeña historia: había un refugiado que parecía buscar una calle. Se le acercó una señora, quien le preguntó: ‘¿Usted busca algo?’. Ese refugiado andaba sin zapatos. Y contestó: ‘Quisiera llegar a la plaza de San Pedro para entrar por la puerta santa’.

“La señora pensó: está sin zapatos ¿cómo podrá ir hasta allí? Entonces llamó un taxi. Pero el migrante olía mal, al punto que el conductor del taxi casi no quería que se subiera al vehículo… aunque al final accedió. La señora y el migrante se ubicaron atrás y ella comenzó a preguntar al hombre su historia como refugiado y migrante. Durante los diez minutos del viaje, el hombre contó su historia de dolor, de guerra, hambre y por qué había huido de su patria para migrar aquí [en Italia, NdR].

“Cuando llegaron a la plaza San Pedro, la señora buscó en la cartera el dinero para pagar el viaje. Pero el conductor del taxi, que al comienzo no quería que el refugiado subiera al auto porque olía mal, le dijo a la señora: ‘No, señora, soy yo que tengo que pagarle a usted, porque usted me hizo conocer una historia que me ha cambiado el corazón. Esta señora –explicó el Papa– sabía qué es el dolor de un migrante porque tiene sangre armenia en sus venas y sabe del sufrimiento de su pueblo.

“Cuando nosotros hacemos algo así –concluyó el Papa– al comienzo nos resistimos, porque nos provoca incomodidad, ‘huele’, pero al final la historia nos perfuma el alma y nos hace cambiar: piensen en esta historia y piensen en lo que podemos hacer por estos refugiados”.

Finalmente, concluyendo la audiencia el Papa ha recomendado a los feligreses: “No se olviden de esa señora, de ese migrante que olía mal y del taximetrista al que el migrante le cambió el alma”.

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